Nuestro Padre Jesús Nazareno

     La Talla del Nazareno representa el momento de la Pasión en que Jesús  va camino del Calvario, según la narración de los evangelistas que es el origen del tema iconográfico que nos ocupa, y la postura es la usual de una persona andando, avanzando con la pierna izquierda y el torso erguido pero ligeramente inclinado por el peso de la cruz, y la cabeza inclinada, con corona de espinas y potencias de plata independientes de la talla.


Sorprende ante la primera impresión por su serena belleza y la majestuosidad de su porte, que no refleja la dramática y fatigosa ascensión al Gólgota, ya que el escultor ha puesto mas empeño en dejar constancia de la naturaleza divina de Jesús que en su condición humana.
               
    Porta la cruz en el lado izquierdo y sus manos se apoyan en ella como acariciándola, casi sin esfuerzo, como si el peso a pesar de todo fuese leve.
  
    Camina con paso lento, adelantando el pie izquierdo, cargando simbólicamente en su pesada cruz las culpas de todos los humanos habidos y por venir en la redención universal, de la que es objeto en su destino. Representa al “Varón de Dolores” que supo sufrir y padecer, que tomó sobre sí nuestras culpas y cargado con ellas, se dejó conducir, como el “cordero”, hacia la muerte (Isaías, LIII, 3-7). Estamos pues ante una imagen de Cristo con su túnica morada o púrpura, vencido por el peso de la cruz, coronado de espinas y con una mansedumbre sorprendente, recorre solo el áspero camino entre el Pretorio y el Gólgota.(Juan, XIX, 17).
   
     También forma parte del simbolismo de aunar la rememoración de la pasión con el abrazo apasionado a la naciente primavera. Jesús, sofocado por el peso de la cruz, pero todavía con fuerzas para bendecir el milagro renovado de los campos, la resurrección y la vida después de la muerte, no en vano algunos de los motivos decorativos de su túnica bordada dieciochesca son espigas.


ESTUDIO ARTÍSTICO.
Escultura de bulto redondo, anónima, realizada a tamaño natural en madera tallada y policromada en mate para vestir, pues en un principio el terminado de la talla y policromía se reducía a la cabeza, cuello, manos, piernas y pies de la imagen, las partes visibles tras ser vestido con la túnica; el resto presentaba talla tosca y los brazos articulados para sujetar la cruz y la posibilidad de exponerlo con las manos atadas. Actualmente la imagen se presenta tallada y policromada entera a excepción de los brazos que siguen articulados con talla en bruto, fruto de una intervención del escultor Dº José Paz Vélez en el año 1953, que además restauró medio pie izquierdo que le faltaba y un dedo de la mano derecha. Para esta restauración el escultor realizó un vaciado en barro del pie derecho y sobre él modeló un boceto, también en barro, del pie izquierdo; ambos bocetos los conserva la Hermandad en sus dependencias[1].

Del estudio del rostro se destaca los ojos acusadamente almendrados, coronados por cejas casi rectas, que se elevan ligeramente en el entrecejo; la nariz recta, pómulos salientes y descarnados; la boca exhalante de labios finos y nítidamente dibujados, cuya discreta separación permite ver los dientes; la barba pequeña y bífida con el mentón despejado; el bigote abierto en los extremos y apenas insinuado por la talla; el pelo cortado a la mitad con el  flequillo recogido de la frente y los bucles que se recogen tras la oreja, siendo más largo el lado derecho respecto al izquierdo; un mechón de cabello cayendo por delante del hombro.

    De posición erguida, inclina el cuello levemente hacia delante. Presenta un marcado frontalismo, con ensimismamiento de la mirada y una expresión distante, muy frecuente de la imaginería tardomanierista de finales del siglo XVI y principios de XVII, estilo artístico al que pertenece la talla. Algunos autores fechan la talla a finales del siglo XVII o principios del XVIII, catalogándola como plenamente barroca[2], pero sus características artísticas la definen más como tardomanierista.

Sobre la cabeza se observan tres potencias de plata repujada con motivos de rocallas y rayos rectos, así como corona de plata del siglo XVIII.

En la provincia de Sevilla el único Nazareno que presenta algunas analogías formales es el Nazareno de la Parroquia de Santa Maria la Blanca de La Campana, pero es probablemente obra algo posterior y presenta ya injerencias del barroco, observables en mayor movimiento e inclinación de la cabeza, y los detalles característicos de escuela escultórica no son los mismos, por lo que se puede concluir que no pertenecen al mismo autor.

 En la provincia de Córdoba si existen varias obras con las que presenta bastante similitud en sus características y detalles de taller, son el Nazareno de Cabra, el Ecce Homo de la Iglesia de San Juan de Ávila de Montilla (1.597) y el Amarrado a la columna de la Iglesia de Santiago (1.601), también en Montilla. Las tres son obras del escultor Juan de Mesa el Mozo, que al parecer, según algunas teorias podría tratarse del padre del imaginero cordobés Juan de mesa Velasco, discípulo de Martínez Montañés y autor barroco del Gran Poder de Sevilla, y según otras no tiene relación ni parentesco con él.

Las similitudes artísticas observadas entre las talla de Peñaflor, Montilla y Cabra inducen a pensar que el nazareno de Peñaflor salió de la gubia de Juan de Mesa el Mozo, o al menos de algún discípulo de su taller.

En Puebla de los Infantes está documentada una imagen de la Virgen del Rosario, encargada por don Fernando de Orellana, vecino de la localidad, a Juan de Mesa el Mozo, vecino de Écija, firmándose el contrato de encargo el 13 de agosto de 1592[3].

DATOS SOBRE EL ESCULTOR Y SU POSIBLE RELACIÓN CON PEÑAFLOR.
   Juan de Mesa el Mozo es un escultor del que se tiene un limitado conocimiento de su biografía y de su obra. En la actualidad se están llevando a cabo diversos estudios que están aportando nuevos datos para su mejor conocimiento y dentro de algunos años es posible que pueda esclarecerse su biografía. Trabajó como escultor imaginero en los años finales  del siglo XVI y primera mitad del siglo XVII; entre 1588 y 1590 se encontraba en Cabra trabajando en la capilla del Socorro de la Iglesia de Santo Domingo, por encargo de su fundador Cristóbal de Morales; en 1592 estaba avecinado en Écija donde recibió encargos para esta ciudad y al menos una imagen para Puebla de los Infantes; en 1.597 estaba avecinado de nuevo en Cabra al menos hasta 1.610 en que realiza el nazareno de esta ciudad, trabajando también para Montilla y la Rambla; posteriormente se trasladó a Córdoba[4].

     La primera posibilidad es que fuese adquirido por Dº Francisco López de Jerez antes de la fundación de la Cofradía en el año1670[5], pues se deduce del documento que la talla ya se encontraba en la Iglesia parroquial en ese año. Y en el caso de ésta ser una refundación sería adquirida en años anteriores por la anterior hermandad o algún personaje importante del pueblo.
     
     Peñaflor fue villa de realengo hasta el siglo XVI, perteneciente en su parte administrativa civil del Concejo de Córdoba. En el año 1578 fue vendida por la Corona a Dº Rodrigo de Cañaveral, Veinticuatro de Córdoba, con la disconformidad y descontento del pueblo. Según consta en el Archivo Municipal de Córdoba[6] la venta produjo varios altercados de protesta de la población. Cabe la posibilidad de que Dº Rodrigo de Cañaveral para conseguir la aceptación de los vecinos de Peñaflor, sus nuevos súbditos, encargase al escultor Juan de Mesa el Mozo cuando trabajaba en Córdoba o en Ëcija, una imagen de un nazareno para regalarla al pueblo.

BIBLIOGRAFÍA:
- Garramiola Prieto, E. “Montilla, Guía Histórica, Artística y Cultural”. El Almendro, Córdoba. 1982.
- Villar Movellán, A. “Homónimos de Juan de Mesa”. Apotheca nº 4. Departamento Historia del Arte. Córdoba. 1984.
- Aroca Lara, A. “La escultura cordobesa del seiscientos”. Diputación provincial y Caja de Ahorros de Córdoba. Córdoba. 1986.
- Male, E. “El Barroco, arte religioso del siglo XVII”. Encuentro. Madrid 1985.
- A.M.C. (Córdoba). Actas Capitulares. Sección 30-X- 1.587, f. 323 r.
- Marquez de Catro, T. “Títulos de Castilla y Señoríos de Córdoba y su Reino.” Córdoba 1981.
- De la Villa Nogales, F.; Mira Caballos, E. “Documentos inéditos para la Historia del Arte en la provincia de Sevilla. Siglos XVI al XVIII”. Sevilla 1993. Pags 112-113, 233-234.)